miércoles, 3 de marzo de 2010

No dejes caer tu bendición

Por J. Roig

Ha comenzado un nuevo año y como humanos e Hijos de Dios es natural que estamos a la expectativa de lo que Dios tiene para nosotros. Para nosotros el tiempo es muy importante porque nos permite olvidar el pasado, vivir el presente y esperar el futuro, reconociendo siempre que Dios tiene un propósito importante para nuestra vida.

Terminando el año 2009, el Señor traía una palabra a mi corazón, la cual ha venido ministrando a mi vida en el comienzo de este año 2010. El último viernes del 2009, tuve la oportunidad de compartir con varios varones de nuestra Iglesia en una vigilia y compartimos esta palabra. Una de las preguntas que Dios ponía en mi corazón y me gustaría compartirla, especialmente con todos los hombres que leen la Revista Somos, es: ¿qué esperamos de parte de Dios en el 2010? Sí, Dios quiere que seamos específicos en cuanto a lo que esperamos de parte de Él en este año.

Una de las razones es que muchos de nosotros hemos descuidado muchas de las bendiciones que Dios nos ha puesto en nuestras manos, hasta el punto de perderlas en un momento de enojo, en un momento de descuido o por cualquier otra razón las cuales no valen la pena.

El Señor me llevó el libro de Éxodo, y examinando el relato en los capítulos 24 al 34 pude ver algo muy interesante. Vemos que Dios le pide a un hombre, Moisés, que suba al monte a encontrarse con Él. Moisés, por su obediencia, tuvo el gran privilegio de compartir en la misma presencia de Dios en aquel monte y escuchar la voz de Dios. Mientras estuvo allí, recibió la ley para el pueblo, pero también recibió algo muy especial. Nos dice el versículo 18 del capitulo 31 que después de hablar con Dios, recibió dos tablas de la ley las cuales estaban escritas por el mismo dedo de Dios. De hecho el versículo 16 del capitulo 32 nos dice que tanto las tablas como la escritura eran la obra misma de Dios. Moisés tenia en sus manos algo muy precioso, que recibió directamente de la mano de Dios, solamente por obedecer, por subir al monte y buscar la presencia de Dios.

Es interesante notar en el capítulo 32 que cuando Dios le dice a Moisés que bajara del monte porque el pueblo se había corrompido, Dios mismo quería desatar su ira contra el pueblo. Pero nos dice la escritura que Moisés por su oración pudo lograr que Dios cambiara de opinión. Solamente me imagino que gran relación existía entre Moisés y Dios, para que Moisés pudiera haber logrado eso. Y Moisés bajó del monte y tenia en sus manos una gran bendición, las tablas que eran obra de Dios. Pero lamentablemente, nos dice la palabra en Éxodo 32:19, que el mismo Moisés al ver lo que el pueblo estaba haciendo, ardió en ira y en ese instante arrojó aquella bendición al suelo y se destruyó en pedazos.

Por un momento de ira, por un momento de descuido, por un momento, sí, muchas veces en un instante perdemos algo tan valioso que Dios ha puesto en nuestras manos. Cuantas veces hemos recibido una bendición o un don de parte de Dios, por solamente obedecerlo y buscar su presencia en la intimidad, como lo hizo Moisés. Y muchas veces dejamos caer nuestra bendición por un enojo, por un placer, por un pecado, por algo pasajero que no vale la pena.

Pero el Dios de Moisés, es el mismo Dios de nosotros, y es un Dios de nuevas oportunidades. Después de que el pueblo de Israel pagara por su pecado, Dios se compromete otra vez con Moisés. En Éxodo 33:14, le promete a Moisés que su presencia estaría con él y Él mismo le daría descanso porque como dice el versículo 17, Dios consideraba a Moisés su amigo.

Pero debido a que Moisés había destruido las primeras piedras, ahora Dios le pide algo, una acción que demostraría su deseo por obtener de nuevo la bendición de Dios. La segunda vez no fue tan fácil, puedes ver en Éxodo 34:1-4, que ahora Moisés tenia que en un día labrar dos piedras, no parecidas, sino semejantes a las que destruyó. Ya no eran piedras labradas por Dios, aquella bendición la había perdido, por consiguiente ahora tuvo que trabajar y no solamente hacer las piedras sino que tuvo que subir muy de mañana al monte con las piedras. Me imagino el duro trabajo que tuvo que hacer, sin las herramientas que tenemos hoy día, y aun así muy cansado, subir muy de mañana a buscar la presencia de Dios.

Pero Dios, al ver el corazón dispuesto de Moisés, le dio otra vez la bendición de estar en su presencia hasta el punto de poder ver la espalda de Dios y bajar de aquel monte resplandeciendo por la Gloria de Dios. Dios volvió a escribir su ley en las piedras, pero estoy seguro que esta vez Moisés tuvo mucho cuidado de no descuidarlas, porque sabía el duro trabajo que le había costado hacerlas.

Hoy día, Dios está buscando hombres como Moisés, comprometidos con su obra. Tenemos que reconocer que muchas veces fallamos y quizás hemos dejado caer nuestra bendición, pero Dios nos dice que volvamos a buscar su rostro. Que labremos unas tablas en nuestro corazón y que vayamos muy de mañana a buscarlo en la intimidad. Allí, Dios grabará su palabra en nuestro corazón para que su palabra y su presencia estén con nosotros en todo momento. Ahora te pregunto, ¿estás dispuesto a subir al monte? Solamente se requiere un corazón dispuesto a dedicarle tiempo a Dios. La decisión más importante que podemos tomar en este año es de creerle a Dios sin importar lo que pase a nuestro alrededor. No dejemos caer nuestra bendición por un descuido. Que Dios los bendiga.

Jose G. Roig

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